jueves, 17 de diciembre de 2009

MÍ ENCUENTRO CON EL SENADOR ADOLFO ZALDÍVAR

ENCUENTRO CON EL SENADOR


Hoy, 17 de diciembre, fortuitamente me encontré cara a cara con el senador Adolfo Zaldívar en pleno centro, Huérfanos con Mac-Iver. Él avanzaba hacia el oriente en dirección, supongo, a la nueva sede del PRI. Yo lo hacía por el paseo Huérfanos hacia el poniente. Evidentemente se sorprendió al verme. Yo, me detuve y, como caballeros, nos saludamos de mano y fuimos derecho al grano.


- Qué piensa de mí expulsión – le dije.

- Tú cuestionaste mí autoridad, y yo pasé los antecedentes al Tribunal Supremo y pedí que se aplicara la sanción que correspondiera – me contestó -. Eso fue una falta gravísima, añadió, refiriéndose a la creación del Comité Independiente de Acción Regionalista.

- ¿Entonces usted avala la resolución del Tribunal Supremo sin que se me haya citado y sin seguir las normas básicas del debido proceso? – pregunté.

- ¡Ha! Eso no lo sé – me replicó, a todas luces molesto y algo desencajado, como nunca antes lo había visto – y agregó -. Si te hubieses acercado a mí y me hubieras dicho que te equivocaste, la situación habría sido distinta. Tú fuiste militar y sabes que la autoridad no se puede cuestionar. Yo –continuó – tenía una muy buena opinión de ti – concluyó.

- Y yo también tenía una muy buena opinión de su persona – respondí, y agregué –, pero esa opinión se desmoronó totalmente.


Eso fue, resumidamente, todo lo conversado sin perder la compostura. Nos separamos sin despedirnos y cada uno continuó con su camino: Él, torció hacia la derecha, y yo seguí con mi camino hacia el centro......de la ciudad, quedando más que claro lo inconciliable de nuestras respectivas posiciones.

Como conclusión puedo rescatar que el senador sigue de tumbo en tumbo, con un rumbo errático y la brújula perdida. Cree que cuestioné su autoridad, pues aún parece no darse cuenta que lo que yo he hecho es no reconocer su legitimidad como presidente del PRI y, por ende, su autoridad, por las graves irregularidades cometidas en su remedo de elección, avaladas por el propio Tribunal Supremo: Por lo demás ¿ de qué autoridad habla? ¿Acaso no es cierto que no ha citado a ninguna reunión de directiva, que no ha impartido instrucciones, que ha ignorado deliberadamente a dirigentes nacionales, que discriminó a los candidatos que apoyaron a Marco Enríquez-Ominami y que, con la bajada de su candidatura, los dejó a todos huérfanos, sin el respaldo de un candidato a la presidencia que los privó de 150 minutos de publicidad en la franja electoral televisiva? ¿No estará confundiendo autoridad con represión?


No me cabe duda, tampoco, que falta a la verdad cuando dice no conocer el documento resolutivo del Tribunal Supremo sobre mí expulsión. Creo que no lo hace de mala fe sino de vergüenza al constatar que un organismo de esa naturaleza, integrado, entre otros, por un parlamentario y dos abogados, haya podido aprobar y redactar una resolución con tan palmarias fallas reglamentarias, de tal forma que más se parece a un documento elaborado por “los tres chiflados” que por personas preparadas y medianamente cultas.


Víctor Catalán Polanco

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