EDITORIAL:
Después que un grupo de ex democratacristianos que encabezan un movimiento social cristiano, dirigidos por el ex senador Adolfo Zaldívar Larraín, se apoderara del PRI y asumiera, violentando la institucionalidad, la presidencia y dirección nacional de la colectividad, desatando luego una implacable persecución de la dirigencia regionalista hasta lograr, por medios ilícitos, la expulsión de la mayoría de ellos, el regionalismo ha reaccionado respaldando decididamente la acción de aquellos que, proviniendo de la DECÉ, asumieron con honestidad política la propuesta transversal y el proyecto de unidad nacional del regionalismo, emprendiendo, junto a ellos, una cruzada para restaurar la institucionalidad quebrantada; restablecer la participación, de hecho abrogada, de las bases en las decisiones partidarias; y restituir a las regiones su democrática independencia para elegir a sus autoridades y a sus propios candidatos.
Para ello han sido fundamentales, por una parte, la persistente campaña llevada a cabo por dirigentes y militantes regionalistas - objetos de la tiránica persecución desatada por el “adolfismo” -, denunciando y creando conciencia de las iniquidades y arbitrariedades cometidas por el ex senador y sus seguidores, y, por otra, la decisión del Tribunal Supremo de acoger, conforme a derecho, las justas demandas interpuestas ante este superior organismo partidario.
Pero, la tarea recién comienza. No debemos los regionalistas olvidar que estamos frente a sectores económicos e intereses políticos fuertes, y a omnipotentes grupos fácticos de poder, capaces de influir - o pretender hacerlo -, hasta en las instancias judiciales superiores.
Hoy, por sobre fútiles diferencias que, en ningún caso, rompen la unidad de principios de los movimientos regionalistas, el proyecto de convergencia adquiere vital importancia, ya que los partidos tradicionales intentarán dividirnos ante el peligro que el regionalismo unido representa para ellos.
Política y Principios, promueve una patriótica convivencia, y no avala ni participa de operaciones tendientes a restarle poder a algún movimiento regionalista en particular en beneficio de otro o del resto.
Sumar y no restar: ¡LA UNIDAD ES FUERZA y EL REGIONALISMO EL FUTURO!
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