domingo, 3 de octubre de 2010

EL FUTURO ES REGIONALISTA

ADOLFO, EL MAYOR OBSTÁCULO, HA SIDO DERRIBADO.

El mayor obstáculo que obstruía el proyecto de unidad regionalista ha desparecido de escena: Adolfo Zaldívar Larraín ha sido removido, por sus propios seguidores, de su cargo espurio de presidente del PRI CENTRO de inspiración social cristiana. Con vítores y aplausos el líder natural de los “colorados”, que naturalmente jamás fue reconocido como el líder regionalista que pretendía ser, fue despedido en el último Consejo General del PRI CENTRO.
Ahora se abren los sendenos y se derriban las vallas y las trabas que obstaculizaban el camino hacia la unidad e integración regionalista. Las sutiles diferencias han quedado finalmente sepultadas. Nada se interpone, entonces, para que el regionalismo, con sus propias identidades, actúe de consuno en pro de un proyecto que, en líneas generales, todos comparten.
La división, es el final. La integración y la unidad, es el futuro.
Si no hay capacidad de los líderes auténticos de las diversas corrientes para evitar las descalificaciones y los ataques, en lugar de centrar sus diferencias en el debate intelectual con la cordura que conlleva el sentido común y la altura de miras, se desaprovechará la oportunidad única de levantar, con posibilidades de éxito, una opción real frente a la alternativa de la  Coalición por el Cambio y la Concertación opositora. Para que ello ocurra es necesario que la integración surja de las bases, que sean ellas las que elijan a sus propios dirigentes, las que ejerzan una verdadera participación, a través de sus representantes democráticamente elegidos, en las decisiones partidarias, para que nunca más políticos tradicionales y aventureros profesionales se apropien, para obtener ventajas en su propio beneficio, del intenso trabajo de los regionalistas llevado a cabo con decisión, perseverancia, coherencia y consecuencia, alimentados sólo por el patriotismo en pro de una Nación verdaderamente independiente y soberana, y por el bien común y una mayor justicia social para los más desposeídos y abandonados por la oligarquía política tradicional, eternamente gobernante, con el errado concepto del servicio público en beneficio propio.

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