lunes, 14 de julio de 2008

INTEGRACIÓN PARTIDARIA: UNA OPINIÓN PERSONAL

INTEGRACIÓN PARTIDARIA.
El proyecto político que promovemos, amenazado hoy por fuerzas externas que vislumbran cómo sus cuotas de poder se diluyen, nos impone la obligación de fortalecerlo mediante una conducta que haga que aquél sea creíble, entusiasme a un universo desencantado y proyecte la necesaria confianza que requiere esa enorme mayoría ciudadana que no se siente identificada por las ya históricas coaliciones representadas por la Concertación y por la Alianza, coludidas en un gran supra partido transversal para perpetuarse en el gobierno y el poder.
Esta nueva opción expresada en el Movimiento Nacional y Popular, cuya columna vertebral y sustento político es el Partido Regionalista de los Independientes, requiere un análisis prolijo para comprender y asumir con seriedad las tareas que el desafío impone a este último conglomerado que surge, con un crecimiento inesperado y explosivo, para llenar ese espacio, cada vez mayor, que se expresa en el rotundo rechazo a la forma oligárquica de hacer política y a sus naturales consecuencias en detrimento de los sentimientos y necesidades ciudadanas.
Para ese universo de dirigentes políticos tradicionales, que empiezan a sentirse desplazados por la sociedad, el Partido Regionalista de los Independientes comienza a constituirse en una amenaza seria a sus pretensiones de mantenerse en el poder. La alternancia, es sólo un argumento que utilizan para disfrazar las intenciones de que todo siga igual, de tal forma que este supra partido transversal siga gobernando y las oligarquías usufructuando de los beneficios del poder. Para ello están dispuestos a utilizar todos los medios disponibles a su alcance.
El Partido Regionalista, que se identifica como de los Independientes, no significa que sea de los independientes de la política, lo que sería una contradicción, sino que implica que está conformado por los independientes de las malas prácticas que los políticos tradicionales han institucionalizado.
Integrado, básicamente, por tres vertientes genéricas que lo nutren, identificada, la primera, como la de los “PRI Históricos”, que son aquellos que provienen de los partidos regionales originales que gestaron y dieron vida a este proyecto, es decir, del Partido de Acción Regionalista (PAR) y de la Acción Nacionalista Independiente (ANI). Los segundos, conformado por los que a continuación se fueron paulatinamente incorporando, son los “DESENCANTADOS”, que provienen todo el espectro político nacional, incluido los independientes, que pueblan el escenario nacional. Y, los terceros, son los “ESCINDIDOS”, aquellos que en bloque se alejaron de sus partidos, porque éstos se extraviaron obnubilados por el poder y la ambición.
La integración, de las vertientes partidarias, es una obligación para no caer, para ser consecuentes con nuestros postulados regionalistas no excluyentes de unidad nacional, en las luchas intestinas y en la instalación de ellas como grupos de poder, como sucede en los partidos tradicionales.
Sin embargo, no cabe duda que existe una cuarta vertiente, la del “OSCURANTISMO”, aquella que intentará infiltrarse entre nosotros para destruir nuestra propuesta sembrando dudas, rumores y desconfianzas. Es la vertiente de las camarillas y del “corre ve y dile” como arma eficaz para dividirnos. Para evitar, que esta vertiente se instale, es necesario protegernos mediante la práctica de la trasparencia, de la franqueza, de la prudencia, de la tolerancia, de la confianza mutua y del destierro de los calificativos de históricos, desencantados y escindidos, para reemplazarlos definitivamente por el de REGIONALISTAS y CAMARADAS, como sinónimo de verdadera integración.
Mal podríamos pretender la unidad nacional y la superación de las diferencias del pasado, anquilosadas por el tiempo y representadas por el “SI” y el “NO” y las figuras de Allende y Pinochet, si no somos capaces de unirnos y superar las propias diferencias, combatiendo a aquellos que insisten en sabotear nuestra propuesta estigmatizando y excluyendo a sectores o grupos que en el pasado fueron sus opositores.
Mal podríamos, también, promover la no exclusión si somos incapaces de integrarnos en aras del gran proyecto que implica una verdadera justicia social que disminuya, hasta hacer desaparecer, la amplia brecha que divide y polariza a los chilenos.
Este es un llamado, cuando el futuro se muestra promisorio, para no dejarse arrastrar por el dogmatismo, el sectarismo, la intransigencia y todos aquellos males que nos condujeron al desastre y a sus dramáticas consecuencias, y que hoy pareciera que de nuevo empiezan a aflorar.
Estos momentos, de especial coyuntura política, en que las coaliciones de los partidos tradicionales se enfrentan al creciente rechazo ciudadano que muestran todas las encuestas, es de vital importancia que nuestra propuesta integradora, solidaria y de unidad nacional sea creíble, credibilidad que sólo nuestra conducta en ese orden puede avalar.
Víctor Catalán Polanco

No hay comentarios: