sábado, 17 de octubre de 2009

REFLEXIÓN

LA MURALLA BLANCA.


Si estamos frente a una muralla blanca y la vemos blanca, no hay problema. El problema se origina cuando a alguien le interesa que la veamos negra y, más aún, cuando ese alguien es un alguien con poder.


Podríamos mentir por conveniencia y decir que vemos la muralla negra, podríamos hacerlo para congraciarnos satisfaciendo así los deseos de ese alguien con poder o, simplemente, para halagarlo.


Podríamos, por temor, afirmar que la muralla es negra, por temor, por ejemplo, a ser despedidos si laboralmente dependemos de ese alguien con poder, o por temor a una acción represiva que nos amedrente.


Podríamos, también, honradamente, auto-convencernos de que la muralla es negra si la presión es excesiva y persistente.


Podríamos, porque nos obliguen bajo amenazas, decir que la muralla efectivamente es negra.


Y, por último, podríamos afirmar que la muralla es negra porque nos interesa un rábano si es blanca o negra.


¿Cuál es lo concreto?: Que, pese a todo, cualquiera sean las razones y argumentos, LA MURALLA SEGUIRÁ SIENDO BLANCA.

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