PORMENORES DEL PRIMER Y ÚNICO CONSEJO GENERAL SECRETO.
La sesión del Consejo General del 30 de diciembre pasado, la primera bajo la dirección del caudillo del P.R.I., senador Adolfo Zaldívar – me resisto a nombrarlo como presidente pues su elección fue ilegítima -, se inició con una medida inédita en orden a no permitir la entrada de militantes ajenos al Consejo, es decir, se terminó con la transparencia que trasmitían estas reuniones públicas, que nada han tenido que ocultar, tal como estábamos acostumbrados. Enseguida, como ya habíamos vaticinado, se continuó con discursos a cargo de los zalameros de siempre, que no mencionaremos porque todos ya los conocen, para verter alabanzas y preparar el camino. Luego vino, por parte del Secretario General, la lectura de algunos correos de regiones que no asistían al Consejo, adhiriéndose, extrañamente, a lo que se acordara, como pretendiendo influir en los presentes, ya que como todos saben cualquier acuerdo debe ser votado personal y secretamente. Todo, sin embargo, resultó negativo para el Senador, y todas sus expectativas e intereses en juego se derrumbaron estrepitosamente.
El acuerdo a que se llegó en el Consejo no fue elaborado ni redactado por le Directiva Central como se dijo, ya que desde que asumió Adolfo Zaldívar, éste nunca ha sido convocada. El acuerdo fue propuesto por los diputados Pedro Araya Guerrero y Alejandra Sepúlveda Orbenes, como es fácil de deducir por la información aparecida en LA NACIÓN el 22 de diciembre y por la entrevista que el mismo diario hizo a la diputada Sepúlveda el día 20: Ambas trascritas íntegramente en este blog y aplaudidas por los regionalistas por su consecuencia, coherencia, reveladoras convicciones y dignidad partidaria. Nadie, de la corriente “adolfista”, que pretendía arrastrar al partido a un acuerdo con la Coalición por el Cambio para apoyar al candidato Sebastián Piñera, sacó el habla, y todos se pronunciaron por aprobarlo dándole al Senador un portazo en la nariz y echando por tierra sus pretensiones de ser el “negociador” para sacar dividendos políticos y beneficios a costa de las propuestas históricas del regionalismo. De nada sirvieron, tampoco, al Senador sus conversaciones con el Presidente de RN ni las sostenidas, con fotografía de por medio, por Rodrigo De Aguirre con Rodrigo Hinzpeter. De hecho, De Aguirre había señalado a La Nación (30.dic.2009) que, en el Consejo General, plantearía que su apoyo en la segunda vuelta presidencial sería en favor de Sebastián Piñera. “Soy partidario – dijo - que la Concertación no siga en el gobierno, sin perjuicio de los avances que han realizado. Por lo que plantearé al partido que apoye a Piñera en la segunda vuelta”. Pero, también, “se chupó” y se quedó callado.
Es indudable que la intervención de la diputada Alejandra Sepúlveda tuvo un efecto devastador para el Senador. Primero, cuestionó la prohibición de impedir el ingreso de Consejeros y de militantes del partido. Luego, criticó severamente al Secretario General por su conversación con fotografía con Rodrigo Hinzpeter, crítica que, tácitamente, se extendió, también, al Senador. Finalmente advirtió, a nombre de ella y del diputado Araya, que cualquier acuerdo con alguna de las dos coaliciones, por cualquier motivo, aunque fuere justificado con la llamada unidad nacional, significaría la renuncia de ambos al P.R.I.
No era tan fiero el personaje como lo pintaban. Bastó un poco de energía, franqueza y honestidad para que metiera la cola entre las piernas.
El voto en conciencia, en los términos aprobados, satisface plenamente las expectativas regionalistas. Felicitaciones a la diputada Sepúlveda, felicitaciones al diputado Araya, felicitaciones por lograr lo que parecía imposible y por devolvernos la confianza que nos había sido arrebatada. Felicitaciones por la consecuencia, la coherencia y la dignidad mostrada.
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