sábado, 9 de agosto de 2008

EL TERCER PROTAGONISTA

FALTA EL TERCER PROTAGONISTA.

La verdad se aprecia en las pequeñas cosas, en hechos que, las más de las veces, pasan desapercibidos. No son, por tanto, las declaraciones ostentosas, y los actos en los que la obsecuencia servil acompañada de una parafernalia desenfrenada, siempre están presentes, tan poderosas como para que la ciudadanía olvide.
Todo tiende, al parecer concertadamente, a que la gente piense que el futuro político chileno está dado, irremediablemente, a dos bandas: La Concertación por un lado y la Alianza por el otro. Sin embargo, nada es menos cierto. La candidatura anticipada de la oposición y el perfilamiento de varios aspirantes en el oficialismo al solio presidencial obedecen sólo a diferentes estrategias tendientes a confundir a la opinión pública para sacar dividendos electorales y continuar detentando un poder del que; en el transcurso de casi veinte años y con la responsabilidad compartida en los grandes y numerosos fracasos y escasos éxitos; han usufructuado.
La existencia de la Concertación y de la Alianza son los últimos resabios que nos recuerdan, cada vez más, a la Unidad Popular y a la Confederación Democrática, ahora con distintos nombres, así como las razones y culpas nunca asumidas del quiebre institucional y de sus dramáticas consecuencias, con la diferencia que otrora estaban separadas por dogmatismos ideológicos irreconciliables y hoy, en cambio, amalgamadas por las mismas ambiciones del poder por el poder para provecho de selectos grupos oligárquicos. Ambas, anquilosadas en el pasado, se nutren aún de las divisiones que ellas mismas sembraron hace casi ya medio siglo, y cuyos beneficios siguen cosechando.
Ninguna encuesta hoy es válida, salvo aquellas que prueban que las dos grandes coaliciones, hoy empequeñecidas por el fracaso, en conjunto sólo suman un 36 % de apoyo ciudadano y, en consecuencia, un 64 % de rechazo.
Durante estos casi veinte años de gobiernos de la Concertación, indirectamente avalados por una oposición débil, temerosa, cómplice y carente de propuestas, los resultados han sido desastrosos:
a. La brecha económica que se amplía cada vez más.
b. Una división social que se polariza.
c. Un reencuentro nacional que se aleja y profundiza.
d. La corrupción que se generaliza.
e. Una oligarquía económica y social que se fortalece.
f. Una convocatoria democrática excluyente.
g. La delincuencia que se torna irrefrenable.
h. Una justicia ineficiente y politizada.
i. Una soberanía entregada a los grandes capitales.
j. La sociedad amenazada por el resentimiento y la injusticia.
k. La libertad que, por falta de autoridad, ha degenerado en libertinaje.
l. Los derechos básicos conculcados.
m. Las promesas políticas incumplidas.
n. Un léxico político que se sustenta en la descalificación y en la diatriba.
ñ. Los consensos que permiten que lo que es negro, todos acuerden verlo como blanco.
o. La alta inflación y el bajo crecimiento.
p. Un electoralismo sin participación.
q. Un centralismo inicuo.
r. etc., etc., etc.
Todo, absolutamente todo, hoy nuevamente está a merced del marketing político y del manejo de los medios de comunicación, que las grandes coaliciones venidas a menos con su poder económico utilizan en su proselitismo para engatusar de nuevo a la ciudadanía con los mismos eslóganes, pancartas y demagogia que emplearon en el último engaño electoral.
Sin embargo, eso no sucederá en esta ocasión. El descrédito en que los bloques oficialista y de oposición han caído, marcado indeleblemente por las encuestas, anuncian que la ciudadanía comienza a despertar y a desperezarse del idílico sueño de las promesas incumplidas.
¡BASTA DE ALIANZA! ¡BASTA DE CONCERTACIÓN! LA OPCIÓN DE LA NUEVA MAYORÍA REGIONALISTA EMPIEZA A EMERGER Y A POSICIONARSE EN EL ESCENARIO, Y CUANDO ESTO SE CONCRETE RECIÉN ENTONCES LAS ENCUESTAS TENDRÁN CIERTA MERIDIANA VALIDEZ.

Víctor Catalán Polanco

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