¿AUTORITARISMO? ¿ODIO? ¿EGOÍSMO? ¿VENGANZA? ¿DESLEALTAD? ¿TRAICIÓN? ¿AMBICIÓN? ¿EGOLATRÍA? ¿OSCURIDAD? ¿DESCONFIANZA? ¿INCOHERENCIA? ¿MEGALOMANÍA?
Era mí deseo no volver a referirme a este personaje siniestro de la política, pero como cercanos a su entorno han deslizado la posibilidad de que el nuevo gobierno lo designe en alguna embajada, evidentemente como premio por haber “bloqueado” la opción presidencial de PRI y, de paso, haber neutralizado esa tercera vía que la colectividad representaba, creo que es necesario continuar denunciando los abusos autoritarios de este tránsfuga senador.
Como ha sido su acostumbrado proceder es de suponer que, previendo un posible nombramiento que satisfaga su ambición, debería alejarse de la presidencia del PRI - cargo que logró en virtud de ilegítimos procedimientos -, lo que implicaría que el diputado Jaime Mulet reasumiera la presidencia y fuera él el que llamara a la renovación de la Directiva en abril próximo como está acordado, lo que el senador no estaría dispuesto a permitir. De ahí nace la maquiavélica conjura para deshacerse, mediante la intervención del Tribunal Supremo y de ridículas y rebuscadas acusaciones, de Mulet y de sus seguidores que siguen fieles al ideario regionalista.
En resumen, Adolfo Zaldívar insiste en dividir para destruir la Unidad Nacional - propuesta fundamental e histórica del regionalismo - que se pretende construir.
Con la casi segura expulsión del diputado Luis Lemus el PRI quedaría reducido a sólo dos diputados, ninguno de los cuáles se ha visto comprometido con el regionalismo ni con presencia partidaria en la colectividad, lo que se suma a la creciente fuga de militantes que no quieren ser cómplices de las maniobras del reducido número de “colorines” que aún sirven al senador con el único propósito y esperanza de obtener un beneficio personal en el nuevo gobierno que asumirá el próximo 11 de marzo.
El Editor
No hay comentarios:
Publicar un comentario