Adolfo Zaldívar Larraín Candidato del centro político
Su discurso no ha variado desde los tiempos en que pertenecía a la DC, cuando como líder de los “colorines” planteaba tajantemente que en Chile había que corregir el modelo económico con menos neoliberalismo y más economía social de mercado. Sigue abogando por la clase media, por renovar la forma de hacer política y poner atajo a la corrupción. Ahora que es candidato a la Presidencia de la República por el Partido Regionalista de los Independientes (PRI) estos temas forman parte relevante de su programa.
El senador Adolfo Zaldívar Larraín fue expulsado del Partido Demócrata Cristiano (PDC) el 27 de diciembre de 2007, tras casi 50 años de militancia, por votar en el Senado en contra de un nuevo salvavidas presupuestario para el Transantiago, contrariando la posición de su partido y de la Concertación. Pero no quedó a la deriva como independiente. Fue acogido por el PRI, junto con cinco diputados y otros adherentes que renunciaron al PDC luego de su expulsión. Hoy, transformado en un partido nacional, es presidido por el diputado Jaime Mulet, ex democratacristiano y mano derecha de Zaldívar.
A sólo tres meses de su salida forzosa del PDC, en marzo de 2008, fue elegido presidente del Senado con los votos de la derecha y de parlamentarios independientes. Para la Concertación, y en especial para el PDC, fue una derrota.
En alianza con el movimiento Chile Primero y el Partido Ecologista, el PRI obtuvo casi el 8% de los votos en las elecciones municipales de octubre de 2008. Pero ahora estos aliados emigraron, el primero a través de sus fundadores -Fernando Flores y Jorge Schaulsohn- apoya a Sebastián Piñera y el segundo, a la candidatura de Marco Enríquez-Ominami. Surgió, sin embargo, un nuevo aliado, el referente Nueva Democracia, coordinado por la ex militante UDI, Ana Victoria Durruty.
Adolfo Zaldívar es el único de los candidatos presidenciales independientes que no tiene ni un pelo de izquierdismo, como también es el único que no tiene necesidad de juntar miles de firmas para inscribir su candidatura en el Servicio Electoral. Con 65 años, está casado con María Alicia Larraín y tiene seis hijos. Abogado de la Universidad de Chile es profesor de Derecho Constitucional y Político en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de esa universidad. Zaldívar es senador por segundo período por la 18ª Circunscripción, correspondiente a la Región de Aysén. También presidió su ex partido en dos períodos, desde 2002 hasta 2006. En 2005 fue precandidato presidencial de la Democracia Cristiana, derrotado por Soledad Alvear
Cuando fue proclamado candidato presidencial del PRI, en enero, usted tenía hasta un 4% de preferencias en algunas encuestas y hoy llega al 2%, como máximo. Por otra parte, sus eventuales aliados -Chile Primero y el Partido Ecologista- se definieron por otras opciones. ¿Cree estar en condiciones de llegar a diciembre?
“El momento más alto para nosotros fue después de las elecciones municipales, cuando las encuestas nos daban sobre el 8%. Pero en ese momento no podía ser candidato porque era presidente del Senado. Incluso cuando en enero me proclamaron dije que no aceptaría hasta dejar el cargo, y así lo hice. O sea, partí un poco tarde. Pero eso no significa que no podamos lograr el objetivo. En las encuestas creo poco, porque esas mismas encuestas le daban 2% al PRI en la elección municipal y tuvo un resultado muy superior. Más aún, las encuestas se están haciendo sobre bases inciertas, porque no se sabe quiénes son los candidatos. Aún no están inscritos. Buena parte de la gente ni sabe que soy candidato, porque me han silenciado”.
¿Cómo es eso?
“El factor sorpresa que dimos en octubre del año pasado no se vuelve a repetir, porque la Concertación se dio cuenta que nosotros podíamos crecer, y mucho. Lo mismo pasó con la Alianza por Chile. Entonces, me han excluido de los medios de comunicación. Aparezco muy poco en los medios de comunicación. Las otras dos candidaturas han monopolizado la cobertura. Ahora último está Marco Enríquez-Ominami, pero es parte de lo mismo. Esas son las candidaturas -por así llamarlas- oficialistas. A la nuestra no la han dejado expresarse”.
¿Considera oficialista la candidatura de Enríquez-Ominami?
“Lo es, sin duda. La candidatura propiamente oficial de la Concertación es Eduardo Frei, pero el surgimiento de Marco Enríquez-Ominami de alguna forma también le hace el juego a los poderes oficiales. Esta candidatura es promovida incluso por la prensa oficialista de la derecha, porque debilita o divide la opción de la Concertación. Aún falta mucho por ver. No sé si Frei será candidato único o si Enríquez-Ominami desplazará a Frei. A nosotros no nos representa, porque tiene una posición liberal en lo económico, y yo tengo una visión social. Tampoco me representa en lo valórico. Su opinión ha condicionado y complicado al candidato Frei Ruiz-Tagle, quien tuvo que abrirse al tema del matrimonio entre homosexuales. O sea, Frei se abre a todo con tal de no perder el poder. Y con la derecha, Marco Enríquez-Ominami tiene gran cercanía por su planteamiento liberal en el plano económico”.
En cuanto a la actitud de los medios, usted presentó un reclamo formal a TVN.
“Lo hice porque Televisión Nacional es de todos los chilenos. Y fue porque me invitaron a un programa y después me desinvitaron. ¿En qué quedamos?”.
Pero no sólo está ausente de ese medio…
“Basta que uno abra El Mercurio o vea La Tercera: yo no existo. Es obvio que las candidaturas de Piñera, Frei y Enríquez-Ominami son privilegiadas en los medios de comunicación. En el canal del señor Piñera no tengo ni el 1%, no salgo nunca. Por eso no me extraña que en las encuestas aparezcan privilegiados en las preferencias. Pero de aquí a un par de meses, cuando las candidaturas tomen cuerpo, será distinto. Lo nuestro es muy representativo”.
Emparejar la cancha
¿Qué representa usted?
“Yo represento al centro político, el mismo que abandonó el Partido Radical tiempo atrás, y la Democracia Cristiana, que se ha venido desfigurando hasta terminar hoy inmersa en una Concertación encabezada por el socialismo neoliberal del Partido Socialista. Eso nada tiene que ver con nosotros. Representamos fundamentalmente a los sectores medios, a los trabajadores, a los profesores. Es una representación social muy amplia. Y ahora tenemos la obligación de darle este espacio en la política”.
Como todos los candidatos, ¿también usted habla de cambio?
“Lo que planteo no es el cambio. El cambio por el cambio no tiene sentido, puede hacerse un cambio para peor. Planteamos que hay que corregir la forma como se ha venido aplicando el modelo económico en nuestro país. Esto lo estoy sosteniendo hace diez o doce años. Pienso que en Chile no ha habido una verdadera ecuación de economía social de mercado. Lo que hemos tenido es una economía de mercado que no se compadece con la realidad del país. Soy partidario de que el Estado asuma un rol de promoción, de facilitación de los pequeños y microempresarios. Se requiere gran voluntad política para emparejar la cancha. Queremos que haya competencia, y no la gran concentración económica que se ha producido en los últimos años. Queremos que haya cientos de miles de pequeños empresarios, no que el negocio farmacéutico se concentre en tres cadenas, o el retail en cuatro grandes grupos. Eso lo denuncié hace diez años. Cómo puede ser que la industria farmacéutica contara con 2.000 farmacias antes que se empezara a aplicar este modelo, y hoy queden 300 a 500. La Concertación no puede decir que no tiene responsabilidad en esto, porque cuando el gobierno militar terminó todavía había 1.600 farmacias”.
¿Eso es lo esencial de su propuesta económica?
“Hay que hacer una reforma tributaria, porque los pequeños y microempresarios no tienen por qué pagar la misma tasa que las empresas grandes y medianas. Es preciso corregirlo. A las personas, sobre todo de clase media, hay que facilitarles una situación tributaria distinta. No puede ser que los impuestos personales lleguen al 40% ó 45%”.
¿También plantea rebajar el IVA?
“Sí, a los productos básicos y a los libros. Pero hay cosas mucho más de fondo. Por ejemplo, que los sectores medios puedan descontar de la base imponible los gastos de colegiatura de sus hijos o el dividendo de su casa. Todo eso tiende a promover a los sectores medios, que hoy están pagando las consecuencias del modelo. Nuestra clase media trabaja, pero no progresa. Esa es una de las bases fundantes de nuestra opción presidencial.
También planteamos avanzar a una regionalización de verdad. Santiago no puede seguir creciendo como lo ha estado haciendo. Para eso hay que elegir autoridades en la región y dotarlas de recursos, dar incentivos tributarios a las empresas en regiones, disponer que una parte de los impuestos pagados por las empresas quede en las regiones y que éstas puedan desarrollarse, ya que hoy tienen una magra presencia.
Un tercer aspecto fundamental de nuestro planteamiento es crear una política de reencuentro nacional. Basta de seguir atados a las cosas que nos dividieron en 1973. Hay que crear las bases para que los chilenos puedan mirar hacia delante”.
¿Esa política de reencuentro supone cerrar los procesos por violaciones de los derechos humanos?
“Agilizarlos, terminarlos claramente, pero no seguir con un discurso reiterativo de lo que pasó en 1973. El país tiene que asumirlo, hay responsabilidades históricas que no se pueden eludir, hubo gobiernos en esa época que tuvieron responsabilidad, y una oposición que tuvo responsabilidad. Y, por cierto, todos los excesos habrá que sancionarlos como corresponde”.
Pero la lentitud de los procesos se debe a que las fuerzas armadas no quieren entregar información.
“Por lo que fuese. No podemos seguir eternamente en esto, persiguiendo hasta el último conscripto y el último cabo. No tiene sentido. Porque hay responsables políticos que también deberían asumir su responsabilidad. No se puede pretender dejar toda la responsabilidad en las Fuerzas Armadas, porque no fue así. Obviamente los excesos de las Fuerzas Armadas, los crímenes de la Dina y la CNI se tienen que sancionar como corresponde y terminar los procesos en las instancias en que debe hacerse. Pero que haya una justicia, que ahora está cuestionada”.
Nueva Constitución no es urgente
Según usted, ¿la Concertación se ha ido hacia la Izquierda?
“No hacia la Izquierda, hacia un socialismo liberal que se ha traducido en la lógica del poder. Y el centro, que era la Democracia Cristiana, se ha venido desdibujando. Hoy prácticamente no representa nada”.
A diferencia de otros candidatos, ¿no se plantea la necesidad de una nueva Constitución?
“No es ése el problema más urgente, ni es lo que nos divide. ¡Además, nos dijeron que la Constitución había quedado plenamente democrática con la firma del presidente Ricardo Lagos! En esto, yo veo un uso majadero de la Concertación de algo que no tiene mayor importancia hoy. Sí soy partidario de modificar el sistema electoral binominal. ¿Y quién lo defiende? Los exégetas de la Constitución del 80, sin duda, la derecha. Pero también lo defiende la Concertación, porque le permite seguir monopolizando el poder. No nos confundamos, ahí es donde está el problema: hay que modificar el sistema electoral”.
Usted dijo que la candidatura de Eduardo Frei “es la de los pituteros”. ¿Son los que se aferran al poder?
“Pero lógico. Lo importante es mantenerse en el poder a cualquier costo. ¿Cómo se explican algunos planteamientos de Frei? Por ejemplo, abrirse al aborto terapéutico, abrirse al matrimonio de homosexuales o bien, el pacto electoral con el Partido Comunista. Los comunistas están en lo suyo, me parece impecable. Pero no así Frei”.
¿No aprueba el pacto?
“No se trata de aprobarlo o no, es que no corresponde a lo que están diciendo. No es un problema de exclusiones. Soy partidario de reemplazar el sistema binominal por un sistema proporcional corregido. Así de claro. Ese pacto me parece que es algo para sumar votos con planteamientos distintos”.
Con su posición respecto de los homosexuales, usted perdió esos votos. El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual lo rechaza de plano.
“Ese no es el problema, lo importante es que uno plantee las cosas como son. El matrimonio es la unión de un hombre y una mujer para tener hijos. Yo respeto a las personas que son homosexuales o lesbianas, pero como formación de sociedad no me parece que puedan casarse entre ellos. No tengo ningún inconveniente en que haya uniones de hecho, como también las hay entre personas de distinto sexo. Para eso no se necesita matrimonio. Lógicamente estaría dispuesto a legislar para facilitarles las cosas en materia de herencia o desde el punto de vista previsional. Pero con cuidado, porque está bien que se pueda juntar una pareja de homosexuales, pero si uno de los dos tiene hijos no se trata de perjudicarlos, de desheredarlos a ellos. Son cosas que hay que ver. Eso no significa que uno esté ‘en contra de los homosexuales’. Pero insisto, el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer por un ‘pequeño’ problema: la perpetuación de la especie. Y eso yo no lo puedo cambiar. Si no, pregúntenle a Darwin”.
¿Le parece que las cifras oficiales de desempleo reflejan la realidad?
“Creo que el gobierno cometió un grave error. Primero dijo que la recesión no iba a llegar a Chile. Después, que estábamos blindados. Después, que estamos en condiciones de superar esto con facilidad. Se equivocaron medio a medio, porque el 75% del Producto Geográfico Bruto de Chile es comercio exterior. Tenía que llegarnos la crisis. Y llegó mucho más fuerte de lo que se había previsto. El país está sufriendo un desempleo muy alto. Vengo llegando de la Región del Bío Bío y en comunas como Penco, Lota y Tomé, el desempleo supera el 10%. Si el gobierno hubiese tenido una política económica más realista, estaríamos en mejores condiciones”.
¿Dónde habría que poner el acento para enfrentar el desempleo?
“Me parece importantísimo proteger el mercado interno. Hay que ver lo que ha pasado en la agricultura. Los productores de papa, remolacha, trigo, leche… no han tenido colaboración de parte del Estado y es un sector que está en muy mala situación”.
¿Es partidario de la flexibilidad laboral?
“No. Lo fundamental en Chile es crear empleo y esto hay que mirarlo con bastante cuidado. En las grandes empresas hay una estabilidad laboral que me parece fundamental, y los trabajadores no pueden quedar expuestos. Pero en las pymes, que deben tener un estatuto distinto al de las grandes y medianas empresas, me parece razonable que haya flexibilidad laboral para generar más empleos, para que las mujeres puedan trabajar en sus casas o con horarios a convenir, y para darle más oportunidades a la gente joven. Eso sí con dos limitantes: la remuneración y la previsión. En ambas cosas debe haber tuición del Estado, pero en lo demás dejaría al sector de pequeños y microempresarios con mucha libertad”.
PATRICIA BRAVO
(Publicado en Punto Final, edición Nº 688, 26 de junio, 2009. Suscríbase a PF)
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