miércoles, 14 de noviembre de 2007

CARTAS

Santiago, 02 de Noviembre de 2007
Dirigida, y no publicada, a El Mercurio, La Nación, La Tercera y Las Últimas Noticias.

Señor Director:
A estas alturas resulta ya normal que la gran mayoría nos pronunciemos, justificadamente, con ácidas críticas contra el malhadado transantiago, que tantos dolores de cabeza e inmerecidos sacrificios nos ha causado. Pero, con o sin razón, con o sin intereses de por medio, nos olvidamos de otras “colas”, o de otros atropellos aún más graves, asumidos ya por la costumbre como normales, que nos causan tanto o más daño a nuestra precaria calidad de vida.¿Qué diferencia puede haber, por ejemplo, entre una hora de “cola” en un paradero de locomoción colectiva, con igual o más tiempo en la “cola” en un banco para cobrar un cheque? ¡Ninguna!, podría afirmar más de alguien, pero lo cierto es que sí hay diferencia pues, mientras la “cola” en el paradero se origina en la imprevisión y en la ineficiencia funcionaria descontrolada, la “cola” del banco es fruto de la planificación deliberada de ejecutivos preparados, capacitados y eficientes, con el objetivo logrado de obtener mayores utilidades a costa del sacrificio de una casta sumisa de usuarios modelados por el hábito para ser vejados y humillados. Cabe, entonces, preguntarse: ¿Porqué nadie reclama? ¿Porqué ninguna autoridad se ha percatado de este ultraje y busca una solución a este agravio? ¿Es, acaso, el poder del dinero el que los inhibe? Hay bancos que ni siquiera tienen una atención preferencial para las embarazadas, los minusválidos y la tercera edad, otros que, evidentemente, no tienen la infraestructura necesaria para satisfacer la demanda y, los más desvergonzados, que teniéndola no la utilizan para no incurrir en mayores gastos en la subcontratación de más cajeros: ¿Ocurre esto en los países desarrollados, a los que presuntuosamente aspiramos a igualar?
Atentamente

Víctor Catalán Polanco (ALOZ)

LA NACIÓN
Jueves 26 de abril de 2007

Señor Director:
Vemos con satisfacción que los problemas de las regiones comienzan a despertar el interés de todo el espectro político, y el regionalismo empieza a marcar presencia en el ámbito nacional. Las preocupaciones que incumben a áreas alejadas de Santiago también constituyen un foco de interés. Extraña, sin embargo, que no se mencione la existencia del Partido Regionalista de los Independientes, legalmente inscrito en ocho regiones y en proceso de inscripción en las restantes. Es un conglomerado que en sus bases programáticas contempla profundas reformas democratizadoras al sistema, a fin de que las regiones puedan ejercer sus legítimos derechos para solucionar sus problemas, ignorados por el centralismo. El discurso sobre la alternancia en el poder que, en concordancia con la acepción literal de la palabra alternar, reduce tácitamente la opción a una de las dos grandes coaliciones, así como el inicuo comportamiento político y electoral que acostumbran imponer a las regiones la Alianza y la Concertación, son pruebas fehacientes del centralismo, porque se desconocen las demás opciones, al margen de eludir las disposiciones legales sobre residencia para privilegiar los intereses personales y partidarios de las cúpulas, impidiendo que las regiones puedan ejercer el derecho a elegir a sus propios representantes. En el marco del inminente reordenamiento del mapa político que se avecina, el regionalismo -solidario, integrador y equitativo- es la nueva opción para un desarrollo económico nacional y la solución integral para los graves problemas sociales que el país reclama.

Víctor Catalán Polanco (ALOZ)

EL MERCURIO (DOMINGO 08.ABRIL.2007)

Reforma electoral profunda

Señor Director:
Las correcciones anunciadas al sistema binominal son sólo un maquillaje para satisfacer, específicamente, las demandas de un partido. Este artilugio político, para mantener un sistema que atropella y violenta la conciencia, y que vulnera la voluntad ciudadana expresada en las urnas, deslegitima la democracia representativa al ignorar la participación ciudadana, y persevera en un sistema democrático exclusivamente electoralista a la medida de las grandes coaliciones y de los intereses de los grupos de poder que operan al interior de los partidos.El cambio del sistema binominal tiene que traer aparejada la profunda reforma electoral que la sociedad reclama y que, básicamente, debe contemplar:1. La inscripción automática.2. El voto voluntario.3. La implementación del sufragio electrónico.4. La ampliación al doble del número de circunscripciones y de distritos, para dar un mayor espacio a la participación.5. La elección de un diputado por distrito y un senador por circunscripción, elegidos por simple mayoría, para garantizar una verdadera representatividad y preocupación parlamentaria por sus electores.6. Limitación de los períodos de reelección a un mismo cargo parlamentario.7. El establecimiento de un piso mínimo y uno máximo que haga más ecuánime el acceso a las franjas televisivas de los partidos en período de elecciones.8. La democratización y flexibilización de los llamados a plebiscitos.9. El restablecimiento y control estricto de los requisitos de residencia de los candidatos para garantizar el derecho a la fiel y real representación ciudadana de las regiones.El aumento de los escaños parlamentarios es innecesario, puesto que responde sólo a la necesidad de satisfacer una demanda electoral, y no a un objetivo de funcionamiento y mejoramiento legislativo. Para "parches" tenemos el Transantiago.

VÍCTOR CATALÁN POLANCO (ALOZ)

No hay comentarios: