A continuación la carta enviada al diario LA NACIÓN, en respuesta al contido de la columna publicada por don ANTONIO GIL, en la edición del domingo 6 de julio de 2008.
Señor
Antonio Gil
Presente.
Gracias señor Gil, gracias por su honradez intelectual al reconocer que a sabiendas recoge la mentira como verdad, como claramente queda en evidencia en la entrevista, que le hiciera la Revista de Libros del El Mercurio, a raíz de su última creación literaria “CIELO DE SERPIENTES”, cuando el entrevistador pondera con su pregunta su éxito como columnista y usted, al responderle, textualmente confiesa: “Yo soy un recolector de mitos, pero deben ser de cierta calidad. Lo indignante es cuando se mitifica con grosería. Me rebelo contra la mala calidad del mito que se está produciendo”.
La tranquilidad, que me produjo su confesión, se debe a que dicho reconocimiento desvirtúa el contenido de la alusión que hace de mi persona en su columna publicada por La Nación, en su edición de domingo 6 de julio: Como la verdad es el antónimo del mito, “a confesión de parte, relevo de pruebas”, dice el refrán.
Sin embargo, en lo que a mí concierne, debo confesarle que estuve pronto a responderle, pero desistí de hacerlo ante la nula posibilidad que se diera curso a un desmentido a la versión de tan insigne y prolífico escritor.
Finalmente, como una forma de evitar escribir sólo para satisfacer los deseos de sus patrones, y sin pretender ofender su genio literario, le recomendaría, como sostenía el historiador latino Cornelio Tácito, “no decir nada que sea falso ni ocultar nada que sea verdadero”, so pena de ser considerado un mentiroso pertinaz.
Atentamente
Víctor Catalán Polanco
Señor
Antonio Gil
Presente.
Gracias señor Gil, gracias por su honradez intelectual al reconocer que a sabiendas recoge la mentira como verdad, como claramente queda en evidencia en la entrevista, que le hiciera la Revista de Libros del El Mercurio, a raíz de su última creación literaria “CIELO DE SERPIENTES”, cuando el entrevistador pondera con su pregunta su éxito como columnista y usted, al responderle, textualmente confiesa: “Yo soy un recolector de mitos, pero deben ser de cierta calidad. Lo indignante es cuando se mitifica con grosería. Me rebelo contra la mala calidad del mito que se está produciendo”.
La tranquilidad, que me produjo su confesión, se debe a que dicho reconocimiento desvirtúa el contenido de la alusión que hace de mi persona en su columna publicada por La Nación, en su edición de domingo 6 de julio: Como la verdad es el antónimo del mito, “a confesión de parte, relevo de pruebas”, dice el refrán.
Sin embargo, en lo que a mí concierne, debo confesarle que estuve pronto a responderle, pero desistí de hacerlo ante la nula posibilidad que se diera curso a un desmentido a la versión de tan insigne y prolífico escritor.
Finalmente, como una forma de evitar escribir sólo para satisfacer los deseos de sus patrones, y sin pretender ofender su genio literario, le recomendaría, como sostenía el historiador latino Cornelio Tácito, “no decir nada que sea falso ni ocultar nada que sea verdadero”, so pena de ser considerado un mentiroso pertinaz.
Atentamente
Víctor Catalán Polanco
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