PACTOS ELECTORALES PARLAMENTARIOS.
El PARTIDO REGIONALISTA DE LOS INDEPENDIENTES (PRI) ha tenido desde sus inicios una postura no transable: ¡NI CON LA CONCERTACIÓN NI CON LA ALIANZA! Cualquier cambio que se produzca por razones electorales en este tema, solo contribuirá a restarle la credibilidad ganada por el partido.
Cuando se propuso un eventual pacto electoral para doblarle la mano al binominal quedó claramente establecido que éste se refería a pactar con los sectores excluidos o partidos emergentes, ajenos a las dos grandes coaliciones, sin que dicho pacto comprometiera candidaturas presidenciales, ideologías, programas o cualquier otro compromiso de gobernabilidad futura. Esta postura no ha cambiado en las bases ni en la dirigencia.
No cabe duda que un pacto electoral parlamentario con la Concertación o con la Alianza pasa, necesariamente, por la amenaza de un quiebre partidario, puesto que el PRI se haría cómplice de lo que representan las dos coaliciones y, por ende, de lo mismo que condena, sin perjuicio de sumarse al mercantilismo electoral, cuya moneda de cambio son los cupos parlamentarios, que tanto daño ha causado en perjuicio de los derechos de las bases regionalistas ha elegir a sus propios candidatos.
El único autorizado por la Directiva Central para llevar a cabo las conversaciones y acercamientos con los sectores excluidos por el sistema, de acuerdo a los parámetros señalados, es el Presidente del PRI, diputado Jaime Mulet Martínez. Nadie más. Y el único organismo para aprobar o rechazar algún pacto propuesto es el Consejo General, conforme lo determina el Estatuto del Partido Regionalista.
Cuando se propuso un eventual pacto electoral para doblarle la mano al binominal quedó claramente establecido que éste se refería a pactar con los sectores excluidos o partidos emergentes, ajenos a las dos grandes coaliciones, sin que dicho pacto comprometiera candidaturas presidenciales, ideologías, programas o cualquier otro compromiso de gobernabilidad futura. Esta postura no ha cambiado en las bases ni en la dirigencia.
No cabe duda que un pacto electoral parlamentario con la Concertación o con la Alianza pasa, necesariamente, por la amenaza de un quiebre partidario, puesto que el PRI se haría cómplice de lo que representan las dos coaliciones y, por ende, de lo mismo que condena, sin perjuicio de sumarse al mercantilismo electoral, cuya moneda de cambio son los cupos parlamentarios, que tanto daño ha causado en perjuicio de los derechos de las bases regionalistas ha elegir a sus propios candidatos.
El único autorizado por la Directiva Central para llevar a cabo las conversaciones y acercamientos con los sectores excluidos por el sistema, de acuerdo a los parámetros señalados, es el Presidente del PRI, diputado Jaime Mulet Martínez. Nadie más. Y el único organismo para aprobar o rechazar algún pacto propuesto es el Consejo General, conforme lo determina el Estatuto del Partido Regionalista.
El Editor
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